La salud mental bajo el capitalismo: un problema estructural
"Esto no es solo una cuestión médica, sino un problema de raíz social y política", afirmó Tomás P. Alfonso al inicio de la mesa. Y las cifras confirman esta visión: el 34% de la población española padece algún problema de salud mental, un incremento de 12 puntos desde 2021. España, además, encabeza el consumo mundial de ansiolíticos e hipnóticos y ocupa el cuarto lugar en el uso de antidepresivos. "Esto nos dice claramente que algo no está funcionando en nuestra sociedad", subrayó Aurelio Duque.
Determinantes sociales del malestar psicológico
Los expertos coincidieron en que los problemas de salud mental no afectan por igual a toda la población, sino que están profundamente marcados por la clase social, el género y la edad. "El 48,9% de los jóvenes y adolescentes han declarado haber sufrido problemas de salud mental en algún momento, y el impacto es aún mayor en mujeres, donde la incidencia es prácticamente el doble que en los hombres", expuso María Beltrán.
1. Precariedad y desigualdad
"Si tienes un trabajo inestable, un sueldo que no llega a fin de mes y no puedes permitirte imprevistos, no estás viviendo, estás sobreviviendo", sentenció Alfonso. La imposibilidad de la juventud para emanciparse, el precio inalcanzable de la vivienda y la ausencia de expectativas de futuro generan una angustia constante que se traduce en ansiedad y depresión.
2. Hiperconectividad y aceleración de la vida
"Nunca estamos realmente solos. Vivimos en un estado de sobrecarga sensorial y digital, donde el descanso mental se ha vuelto un lujo", explicó Alfonso. "Las máquinas y la tecnología podrían habernos permitido trabajar menos, pero lo que ha ocurrido es lo contrario: trabajamos lo mismo o más, con mayor productividad, pero en peores condiciones". La inmediatez de las redes sociales y la fragmentación de la atención están erosionando la capacidad de concentración y aumentando los niveles de estrés. "Nos pasamos dos horas en TikTok y, al final, no sabemos ni qué hemos visto", añadió.
3. Consumismo y alienación
"Hemos aprendido a tapar el malestar con consumo: si nos sentimos mal, compramos algo, pero esa sensación de satisfacción dura minutos y luego volvemos a lo mismo", indicó. "Es un mecanismo de evasión: compras algo barato, sientes un alivio momentáneo, pero luego el malestar vuelve. Y entonces compras otra cosa". Este mecanismo crea un círculo vicioso donde el consumo se convierte en una forma de anestesia temporal sin abordar las causas reales del sufrimiento.
Un sistema sanitario colapsado
Los ponentes denunciaron también la incapacidad del sistema sanitario para responder a esta crisis. "El 46,4% de quienes buscan atención en salud mental no la encuentran en el sistema público y tienen que recurrir a la sanidad privada o, simplemente, resignarse", destacó Duque. Las consultas psiquiátricas duran apenas 10 minutos y están centradas en la medicación, sin abordar las causas subyacentes del malestar. "Estamos tratando los síntomas, no el problema de raíz", afirmó Beltrán.
Además, la psiquiatra expuso la grave situación de la salud mental infantil y adolescente: "Cada día atendemos entre 4 y 5 intentos de suicidio en menores. Y a nivel estructural, no tenemos recursos suficientes: hay un solo psiquiatra infantil para atender a 5.000 menores". "No hay campañas de prevención, no hay apoyo familiar estructurado y las escuelas no tienen recursos suficientes para atender a los niños con problemas emocionales", añadió.
Conclusión: politizar el malestar
"No hay pastillas para la pobreza, la desigualdad o la precariedad", sentenció Duque al cerrar la mesa. Los ponentes coincidieron en que la salud mental no se puede abordar únicamente desde la psiquiatría o la psicología, sino que requiere una transformación estructural de las condiciones de vida. "Si trabajas 12 horas al día y no puedes ni disfrutar de tu vida, claro que tienes ansiedad. Lo contrario sería lo raro", concluyó Alfonso.
En este sentido, reclamaron políticas que garanticen el acceso a la vivienda, la reducción de la precariedad laboral y la regulación de las redes sociales. "El problema es estructural, y la solución también tiene que serlo", afirmaron.
La charla dejó una conclusión clara: la crisis de salud mental no es un problema individual, sino un reflejo de un sistema que genera sufrimiento para sostener su lógica económica. Politizar el malestar es el primer paso para cambiarlo
La segunda parte de este debate, puede verse aquí (clic):
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