Con la llegada del 8 de marzo, Día internacional de la Mujer Trabajadora, siempre nos encontramos con alguien que en una comida con la mesa llena suelta el clásico “¿Y para cuándo un día del hombre?, lo que acaba derivando en una conversación en la que se utilizan argumentos como que la igualdad ya es un hecho, que determinadas reivindicaciones han quedado obsoletas y que el feminismo es equivalente al machismo; opiniones que acaban siendo secundadas por hombres y, lo que es peor, por mujeres.
Este discurso en sí es muy preocupante. El hecho de que se quiera arraigar la convicción de que nos encontramos en una sociedad donde la igualdad de derechos entre hombres y mujeres es efectiva y real es un intento de desacreditación y desactivación de un movimiento social y político esencial.
La igualdad de derechos entre géneros no es real ni tan siquiera sobre el papel en este país, donde al inscribir en el registro civil a la criatura recién nacida, la ley establece que, en caso de no haber acuerdo entre los progenitores sobre el orden de los apellidos, prevalecerá el del padre, constituyendo un caso palpable de discriminación legal de las mujeres.
Podríamos decir que ésta es la única con carácter legal, pero hay otras discriminaciones que no requieren ser reguladas para que se hagan efectivas. Aunque la legislación es clara sobre la igualdad salarial que debe regir entre hombres y mujeres, la realidad nos dice todo lo contrario: los hombres cobran un 19,3% más que las mujeres y ocupan de manera aplastante la mayoría de cargos directivos, pese a que, en términos globales, las mujeres poseen más estudios que los hombres. Además, la inmensa mayoría del trabajo de cuidados recae sobre las mujeres, siendo un sector informal en gran medida y con elevados niveles de precariedad.
Podríamos analizar parcela por parcela y demostraríamos con datos que estamos muy lejos todavía de la igualdad real y que, por lo tanto, la lucha y la reivindicación de los derechos de las mujeres es imprescindible. Una sociedad no puede considerarse civilizada si no trata a todas las personas como iguales. En la nuestra aún siguen asesinando mujeres por el hecho de ser mujeres, ¿quién puede albergar dudas de la necesidad del feminismo? El feminismo cuestiona las relaciones entre la sexualidad (en tanto que género como construcción social) y el poder social, económico y político. Al revisar la historia, las feministas consideran que el patriarcado ha sido negativo para la sociedad y que las mujeres han sido sometidas a la voluntad de los hombres. ¿Quién lo puede poner en duda?
Por ello somos y seguiremos siendo feministas, conmemorando el 8 de marzo como jornada de lucha, y además este año nos sumaremos al Paro Internacional de Mujeres, que se llevará a cabo en 40 países de todo el mundo el próximo miércoles 8 de marzo, de 12.00 a 12.30, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, como respuesta a la actual violencia social, legal, política, moral y verbal experimentada por las mujeres en todo el mundo.
Rosa Pérez Garijo
Diputada Provincial EUPV
* Crónica agradece a la autora que comparta sus opiniones con nuestros lectores.
Este discurso en sí es muy preocupante. El hecho de que se quiera arraigar la convicción de que nos encontramos en una sociedad donde la igualdad de derechos entre hombres y mujeres es efectiva y real es un intento de desacreditación y desactivación de un movimiento social y político esencial.
La igualdad de derechos entre géneros no es real ni tan siquiera sobre el papel en este país, donde al inscribir en el registro civil a la criatura recién nacida, la ley establece que, en caso de no haber acuerdo entre los progenitores sobre el orden de los apellidos, prevalecerá el del padre, constituyendo un caso palpable de discriminación legal de las mujeres.
Podríamos decir que ésta es la única con carácter legal, pero hay otras discriminaciones que no requieren ser reguladas para que se hagan efectivas. Aunque la legislación es clara sobre la igualdad salarial que debe regir entre hombres y mujeres, la realidad nos dice todo lo contrario: los hombres cobran un 19,3% más que las mujeres y ocupan de manera aplastante la mayoría de cargos directivos, pese a que, en términos globales, las mujeres poseen más estudios que los hombres. Además, la inmensa mayoría del trabajo de cuidados recae sobre las mujeres, siendo un sector informal en gran medida y con elevados niveles de precariedad.
Podríamos analizar parcela por parcela y demostraríamos con datos que estamos muy lejos todavía de la igualdad real y que, por lo tanto, la lucha y la reivindicación de los derechos de las mujeres es imprescindible. Una sociedad no puede considerarse civilizada si no trata a todas las personas como iguales. En la nuestra aún siguen asesinando mujeres por el hecho de ser mujeres, ¿quién puede albergar dudas de la necesidad del feminismo? El feminismo cuestiona las relaciones entre la sexualidad (en tanto que género como construcción social) y el poder social, económico y político. Al revisar la historia, las feministas consideran que el patriarcado ha sido negativo para la sociedad y que las mujeres han sido sometidas a la voluntad de los hombres. ¿Quién lo puede poner en duda?
Por ello somos y seguiremos siendo feministas, conmemorando el 8 de marzo como jornada de lucha, y además este año nos sumaremos al Paro Internacional de Mujeres, que se llevará a cabo en 40 países de todo el mundo el próximo miércoles 8 de marzo, de 12.00 a 12.30, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, como respuesta a la actual violencia social, legal, política, moral y verbal experimentada por las mujeres en todo el mundo.
Rosa Pérez Garijo
Diputada Provincial EUPV
* Crónica agradece a la autora que comparta sus opiniones con nuestros lectores.
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