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Un acto de soberanía artículo de Luis Garcia Montero

 La firma del acuerdo electoral entre Izquierda Unida y Podemos ha desatado las alarmas más demagógicas y oportunistas sobre el fantasma del comunismo

Las elecciones son un acto de soberanía popular. Es verdad que las elecciones son también el momento de aprobar o suspender a políticos, castigar el comportamiento de los líderes, tomar postura sobre debates, polémicas y conflictos de actualidad o esgrimir heridas internas, ejerciendo esa mínima parcela de poder individual que supone el voto. Pero no es bueno que los impulsos coyunturales nos hagan olvidar que las elecciones son un acto colectivo, un deseo de soberanía popular.

En la configuración de las listas electorales y de los pactos, es verdad que se acumulan factores personales, juegos de aparatos, necesidad de buscar o mantener un puesto de trabajo, arribismo, deslealtad, vanidades y odios. Pero no conviene olvidar que una candidatura es una propuesta política para representar el ejercicio colectivo de una soberanía popular.

Las elecciones próximas van a facilitar una vez más la caricaturización y el reduccionismo del debate político. Deberían evitar esta dinámica los que estén interesados en conseguir que el ejercicio de la soberanía sirva en este caso para cambiar la realidad maltratada de España. Resulta necesario que la soberanía popular se deje de debates falsos y tome postura ante los problemas concretos de la gente.

A veces cuesta trabajo no entrar en las batallas prefabricadas. La firma del acuerdo electoral entre Izquierda Unida y Podemos ha desatado las alarmas más demagógicas y oportunistas sobre el fantasma del comunismo. Llama la atención ver a los herederos de Manuel Fraga Iribarne, ministro de la dictadura franquista, censor de escritores y firmante de sentencias de muerte, alarmarse del comunismo en nombre de la democracia. Durante muchos años, los militantes del Partido Comunista de España fueron los más disciplinados luchadores en favor de la libertad y la democracia, un horizonte que humillaban mandarines del Régimen como Manuel Fraga Iribarne, el padre político de Aznar y Rajoy. También llama la atención ver cómo agitan el fantasma del comunismo partidos políticos que estuvieron 40 años de vacaciones cuando la España comprometida tuvo la necesidad de asumir peligros ante las crueldades del dictador.

A veces cuesta trabajo callarse. Pero no creo que sea el momento de entrar en las polémicas abiertas por los enemigos, entre otras cosas porque el debate sobre el comunismo no es el asunto de estas elecciones. Y sería, además, un debate muy falso. La España de hoy vive un tiempo histórico diferente y el legado histórico del comunismo español es muy amplio desde el punto de vista humano. Ni siquiera pertenece a la actual dirección del PCE. Algunos de los nombres más dignos de su historia en la Guerra Civil, la clandestinidad y la democracia quedaron fuera de la organización por culpa de las sucesivas expulsiones.

Así que no conviene olvidar lo decisivo en este momento: las próximas elecciones pueden ser un ejercicio de soberanía popular. Más allá de líderes, de errores y de aciertos, el protagonismo corresponde a la gente. Las elecciones pueden suponer en este caso un esfuerzo colectivo para romper el imperio neoliberal en nuestra economía y nuestra cultura. Conviene no olvidar que el protagonismo lo tiene la gente que sufre la degradación de la sanidad pública, la gente que ha visto recortada la educación de sus hijos, la gente que ha perdido sus puestos de trabajo y las ayudas sociales, la gente que sufre una legislación laboral injusta, la gente que soporta el machismo y la desigualdad, le gente desahuciada, la gente avergonzada por tanta corrupción, la gente ofendida por el uso partidista de los medios de comunicación públicos, la gente engañada por la falta de independencia de los medios de comunicación privados, la gente que asiste al desprecio cultural y al predominio de los entretenimientos zafios y la telebasura.

No se trata de cambiar sólo las caras del Gobierno, sino el rumbo de la política española. Se trata de configurar una alternativa a las políticas neoliberales representadas por el PP y por Ciudadanos. Confundir la responsabilidad de Estado con cualquier tipo de pacto que tenga en cuenta al PP o a Ciudadanos será una forma más de inmovilismo.

Después del fracaso político que ha supuesto la repetición de las elecciones, resulta necesario más que nunca darle protagonismo a la gente, a su soberanía, y recordar todo lo que ha ocurrido aquí durante los últimos años. Recordarle a la gente que estas elecciones son suyas.

* Luis García Montero (Granada, 4 de diciembre de 1958) es un poeta y crítico literario español, ensayista, profesor de Literatura Española en la Universidad de Granada. Recibió el Premio Adonáis en 1982 por El jardín extranjero, el Premio Loewe en 1993 y el Premio Nacional de Literatura en 1994 por Habitaciones separadas. En 2003, con La intimidad de la serpiente, fue merecedor del Premio Nacional de la Crítica
* Crónica agradece al autor su generosa decisión de compartir sus artículos de opinión con nuestros lectores que ha publicado en infolibre


Publicat per Àgora CT. Col·lectiu Cultural sense ànim de lucre per a promoure idees progressistes Pots deixar un comentari: Manifestant la teua opinió, sense censura, però cuida la forma en què tractes a les persones. Procura evitar el nom anònim perque no facilita el debat, ni la comunicació. Escriure el comentari vol dir aceptar les normes. Gràcies

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