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La estrategia fallida de Podemos artículo de Gabriel Garcia Sanchez


Hace poco menos de un año salieron como un cohete y, en las últimas elecciones europeas, cuando las encuestas le daban no más de dos escaños, a la hora de la verdad llegaron a la excelente cifra de cinco.

A partir de este momento, cundió la alarma en los estados mayores del resto de partidos, se encendieron todas las alarmas, había entrado en la escena electoral un partido con una fuerza impensable que, además, presentaba una nueva forma de hacer política. No hay duda de que la piedra, Podemos, que cayó en la mitad del charco resultó muy positiva, porque hizo que más de un partido tuviera que replanteárselo todo para no quedarse atrás. Izquierda Unida fue la fuerza política que mejor captó el mensaje, que asumió democratizando sus estructuras internas y procesos de elección; renovando a sus líderes; y con una actuación excepcional contra los contados casos de corrupción relacionados con la conocida "Operación Púnica". Ahora mismo puede decir bien alto y claro que es una fuerza limpia de corrupción, que no es poco. Eso sí, en esta batalla se ha tenido que dejar unos jirones, sobre todo en Madrid que, junto a la irrupción de Podemos y Ciudadanos, ha hecho que en las elecciones andaluzas haya sufrido un revés electoral del que, actuando con coherencia, se tiene que recuperar. Paciencia y trabajo bien hecho.
Volviendo a la cuestión inicial. A partir del éxito electoral de Podemos, las cosas le fueron cada vez mejor: Cada encuesta que se hacía suponía un ascenso, hasta que llegó un momento en el cual empezó a codearse con PP y PSOE, e incluso llegando a alcanzar el primer puesto con lo que sería, en su caso, el responsable de dirigir el próximo gobierno de la nación.
Pero no todo el monte era orégano, el acoso que comenzó a ejercerse sobre los dirigentes de Podemos, cuyas acciones fueron miradas con lupa, unido a algunos errores como los de Errejón y su beca, pero principalmente el de Monedero, han contribuido a que un camino que pensaban que iba a ser de rosas, haya ido evolucionando en función de las espinas que han ido apareciendo. El 15% y los 15 diputados obtenidos en las recientes elecciones andaluzas, muy lejos de la mayoría que se habían puesto como meta, no ha colmado sus pretensiones..
Empezaron a encenderse las alarmas pero ahora en el Cuartel General de Podemos, porque su estrategia que, en primera opción, "pasaba" de las elecciones previas y apuntaba directamente a las generales, empezaba a presentar deficiencias que amenazan con ir a más. Así, uno de los grandes errores de Podemos ha consistido en presentarse como algo tan nuevo que ha querido borrar hasta la semántica anterior, buscando convertirse en partido no sólo nuevo sino además hegemónico. Para ello, ha querido sustituir conceptos como "izquierda derecha", por otros como "casta pueblo", o "arriba abajo"; a negar que son de izquierdas; a estar dispuestos a negociar con "todo el mundo"; a hacer propuestas económicas claramente de izquierdas, junto a otras de tipo social que no lo son tanto. Esta ambigüedad calculada, pero no populista -¿qué es entonces Rajoy que va ofertando millones de puestos de trabajo?-, tiene las patas muy cortas.
Lo que es cierto es que Podemos ha abierto en PP, PSOE e IU vías de agua, pero le ha salido un competidor, Ciudadanos, que con las mismas armas le está quitando todo el apoyo que pudiera venir del centro derecha. Las pasadas elecciones andaluzas y las últimas encuestas, ponen de manifiesto que quién lleva el viento de "empopada" es el partido de Albert Rivera.
De todas formas, Podemos, al día de hoy, como mínimo, no está siendo elegante con los partidos de izquierda, ¿cómo?, muy sencillo. Como todos sabemos, acude a las elecciones autonómicas con su marca, y no ha habido forma de que acepte pactos para competir en una candidatura única de izquierdas: han antepuesto el interés propio, el de sus siglas, al interés general. Sin embargo, en las elecciones municipales, sí que han aceptado pactos con la izquierda, pero para ello ésta ha tenido que despojarse de sus siglas para lograr una candidatura unitaria de la izquierda.
El caso de Murcia, en el que Podemos irá solo a las elecciones autonómicas, pero con IU, EQUO, CLIAS e independientes en las municipales, bajo el nombre "Cambiemos Murcia", es bastante representativo de su actitud: son unitarios cuando les interesa, pero se aferran a sus siglas cuando les conviene promocionarse. Egoísmo puro.
Y ahora sólo les queda el camino lógico: pensar que no son más que un partido de izquierda, con la que deben colaborar para construir lo que procede: una Siryza a la española. Ése es el camino y no otro.
Artículo de Gabriel García Sánchez, asociado a Foro Ético, publicado en diarioprogresista.es
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