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¿Mejoran su estatus social los animales innovadores?

Ésta es la hipótesis planteada por el profesor de la UCH-CEU Federico Guillén, a la que tratará de responder junto a un grupo de investigadores. El proyecto llevará a cabo estudios comparativos con diversas especies de animales, incluidos los humanos, relacionados con la sociabilidad y la gestión de conflictos. Sea cual sea, la respuesta nos acercará más a nosotros mismos.
Un chimpancé estudia una rama ante la atenta mirada de sus compañeros. Foto: Serisa_tog.
“Innovar, hacer cosas nuevas, en el mundo animal y humano, significa utilizar cosas de forma novedosa y explotar recursos que hasta entonces no se habían explotado, ya sean recursos alimenticios o de otro tipo. Es decir, estamos hablando de la flexibilidad en el comportamiento de un animal, capaz de adaptarse a nuevos entornos y nuevas situaciones”, expone el biólogo e investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas de la universidad valenciana. El siguiente paso en el camino es trasladar estos nuevos descubrimientos al grupo, lo que conlleva la aparición de tradiciones y culturas, también en los animales no humanos.
El estudio de la innovación es un recién nacido en el mundo de la etología, la ciencia que trata el comportamiento de los animales. Hasta hace pocos años, la comunidad científica se negaba en rotundo a admitir que una innovación o aprendizaje pudiera ser transmitido en individuos no humanos. Antes de los 60, ni siquiera se contemplaba que existiera una cultura en animales. Todo parecía cuestión de instinto. Esta percepción empezó a cambiar a partir de las observaciones de Jane Goodall en los bosques de Gombe, en Tanzania. Allí comprobó como una chimpancé salvaje introdujo un palo, previamente cortado y deshojado, en un termitero para extraer termitas y comérselas. “Este descubrimiento y otros posteriores dieron lugar a que la gente se empezara a plantear que la cultura no era exclusivamente humana”, sostiene Guillén.
Según el biólogo, “ha habido todo un proceso de transformación de las ideas que hace que actualmente se hable de culturas animales y se discuta abiertamente”. Si encontráramos a un chimpancé del que desconocemos su origen, sería posible adscribirlo a una población u otra en función del tipo de herramientas que emplea o la manera de espulgar a otro individuo, incluso el saludo podría delatar su procedencia.

“Temas estrella” de la etología

 

En la última década, agrega, los “temas estrella” de la etología están siendo, por un lado, el estudio de los mecanismos cognitivos que emplean las distintas especies para transmitir información de unos individuos a otros y, por otro, la innovación en animales. La innovación y la transmisión de comportamientos no es privativa de los primates. Así lo demuestra el famoso ejemplo de los herrerillos del Reino Unido. En 1921, se observó por primera vez que algunas de estas aves aprendieron a agujerear los tapones de estaño de las botellas de leche fresca que los repartidores dejaban a las puertas de las casas. Al cabo de un tiempo, está técnica se replicó en todos los herrerillos. Algunos petirrojos también aprendieron este comportamiento pero no fueron capaces de trasladarlo a sus congéneres.
El proyecto liderado por el profesor Guillén y financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad intenta abrir otra puerta y plantea por primera vez la hipótesis del “valor social de la innovación”. El objetivo, según el biólogo, es “entender un poco mejor las presiones de selección que pueden haber empujado a la aparición de sistemas nerviosos complejos como el nuestro”. En grupos sociales con determinadas características cognitivas, el beneficio que aporta una innovación puede ser directo para el individuo que desarrolla esa nueva habilidad pero también, de forma indirecta, para el grupo, como en el caso de los herrerillos. “Si yo hago algo de lo que tú puedes beneficiarte es posible que me valores de una forma distinta y mejore mi estatus dentro del grupo”, subraya.
La parte del trabajo que le corresponde a la Universidad Cardenal Herrera CEU, en colaboración con la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y la Universitat de València, consiste en realizar un estudio comparativo con macacos, babuinos, lobos, perros, gallinas, vacas, leones marinos, chimpancés y lémures de cola anillada en cautividad. Aunque la intención es incluir más especies (reptiles, peces, córvidos, etcétera). “Los experimentos también los vamos a realizar en humanos, aunque en esta especie ya sabemos que funciona el valor social de la innovación”, destaca. En caso de funcionar la hipótesis en el mundo animal no humano, hay que preguntarse en qué especies funciona y qué características cognitivas tienen que poseer estas especies.
“Me interesa enormemente el estudio del comportamiento animal porque, entre otras cosas, me interesa entenderme a mí mismo”
Los experimentos con grupos de babuinos y macacos se están desarrollando en el Centre National de la Recherche Scientifique, en Marsella. Después de estudiar su estructura social, se dota a un individuo de bajo estatus de una habilidad especial para conseguir alimento que el resto no posee. A continuación, se registra el comportamiento y las interacciones sociales que se producen en el grupo y se comprueba el efecto que tiene sobre su estatus y sus perfiles hormonales.

¿Se reconcilian las gallinas?

El horizonte es conocer algo más sobre las presiones de selección que pueden haber estado detrás de la evolución de los sistemas nerviosos complejos. Sin embargo, para llegar a demostrar esto, la investigación, indirectamente, va a explorar otros campos y otras hipótesis. “Vamos a estudiar muchas cosas, por ejemplo las interacciones sociales y la resolución de conflictos en especies donde esto no se ha estudiado. ¿Hay algo parecido a una reconciliación en el mundo de las gallinas o de los leones marinos? ¿Hay aspectos cognitivos para que exista una reconciliación, como una memoria episódica o un reconocimiento de individuos? Esas muchas horas de observación, implícitamente, van a generar muchos datos muy interesantes”.
Los primeros datos, según el biólogo, empezarán a ver la luz a partir de agosto. Entonces llegará el momento de interpretarlos y compararlos con otros experimentos. El último estadio de la investigación, una vez la hipótesis ha sido estudiada en condiciones controladas, será comprobarla en la naturaleza. Aunque para esto aún queda bastante tiempo, Federico Guillén ya tiene en mente cuál podría ser la especie elegida para el estudio: los macacos japoneses.
Macacos japoneses en una poza de aguas termales en Nagano (Japón). Foto: Yosemite.
En realidad, el experimento que encabeza Federico Guillén se enmarca en otro proyecto “gigantesco” en el que se van a poner sobre la mesa otras cuestiones, todas ellas relacionadas con la socialidad. “Lo interesante es entender qué factores son los que han empujado este proceso evolutivo que nos ha generado a nosotros tal y como somos hoy en día”, resalta el investigador.
El ser humano es el resultado de un proceso evolutivo de 4.000 millones de años. Desde que nacieron los primeros organismos unicelulares hasta hoy, los seres vivos han sufrido millones de modificaciones que han dado lugar a miles de caminos evolutivos diferentes. Uno de esos caminos desembocó en los humanos. “Hay características que se han añadido en el ultimo momento y son típicas nuestras. La principal diferencia en nuestro caso es de tipo cognitivo, nuestra capacidad de simbolismo y abstracción, imaginar explicaciones que no se ven. Probablemente esta capacidad es la responsable de que hayamos cambiado nuestro nicho ecológico”, explica Guillén. Sin embargo, no se olvida de aclarar cuál es nuestra naturaleza: “somos animales, también somos animales”. De ahí su entusiasta dedicación a la etología. “Me interesa enormemente el estudio del comportamiento animal porque, entre otras cosas, me interesa entenderme a mí mismo”.

Rafa Honrubia, desde nuestros amigos de nonada
Publicat per Àgora CT. Col·lectiu Cultural sense ànim de lucre per a promoure idees progressistes Pots deixar un comentari: Manifestant la teua opinió, sense censura, però cuida la forma en què tractes a les persones. Procura evitar el nom anònim perque no facilita el debat, ni la comunicació. Escriure el comentari vol dir aceptar les normes. Gràcies

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