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'No somos la última generación del planeta, aunque nos comportamos como tal'


Quizá no es el mejor momento para hablar de ética. Ni tampoco para recordar que el ser humano depende del medio ambiente, con o sin crisis económica. Pero Jorge Riechmann no tiene miedo a decir lo que piensa e insiste en que no vamos por el buen camino.
Jorge Riechmann:Foto: Universidad Internacional de Andalucia
Se describe a sí mismo como poeta, traductor, ensayista, sociólogo y ecologista. Con una producción extensa, aborda sus 50 años y la situación actual con la publicación de ‘Interdependientes y ecodependientes. Ensayos desde la ética ecológica (y hacia ella)’. El lugar donde propone realizar la entrevista ya describe sus planteamientos: La Marabunta (Madrid) es una librería, cafetería y espacio cultural impulsado por un movimiento asociativo.
¿Tienes el control de todas las obras que has publicado?
Una lista aproximada sí. Son muchas.
Y la novela…
No escribo narrativa.
¿No te atrae?
Probablemente no tengo talento para ello. De niño y adolescente escribía cosas parecidas a cuentos pero acabé encauzándome en los caminos que todavía sigo que son reflexión, libros tipos ensayo, poemas y también traducciones, sobre todo de algunos poetas importantes para mí.
Poesía de la conciencia crítica. ¿Sientes que formas parte de ese movimiento?
Es una etiqueta que se ha puesto en circulación hace un tiempo, que puede tener su valor clasificatorio pero se dedican a ello los teóricos de la literatura, los historiadores de la poesía, no tanto quienes intentamos vivir cerca de la poesía o escribir poemas.
“Hay razones para estar muy disconformes con el desorden dominante y para hacer cosas contra él”
¿Estás indignado?
Es curioso, no pienso en mí mismo en esos términos. Me siento desde luego muy cerca de gente que puede considerarse a sí misma indignada. Estoy en redes de activismo social, político y ecológico desde hace muchos años. Viví el 15M y esa primavera como una de las cosas mejores y más esperanzadoras que han ocurrido en nuestro país en muchísimo tiempo. Y claro que creo que hay razones para estar muy disconformes con el desorden dominante y para hacer cosas contra el mismo.
Desde tu militancia ecologista, como profesor universitario o asesor de sindicatos, ¿has visto un cambio en la conciencia ambiental de la sociedad durante los últimos años?
Prevalece la idea de que la sociedad ha ido concienciándose cada vez más, que somos más conscientes de lo que ocurre. Tengo ciertas dudas sobre eso. Hay que tener perspectiva histórica. En los años 60 y más en los 70 se produce el despertar de la conciencia ecológica moderna. Es en 1980 cuando, por vez primera, la huella ecológica conjunta de la humanidad supera la biocapacidad del planeta. Y desde entonces no ha dejado de aumentar. Creo que más bien la conciencia socioecológica desde esa fase ha ido retrocediendo. Hay mucho discurso, muchos estudios y mucha información pero si uno se fija en lo que la gente hace, en el terreno de iniciativas, fuerza social preocupada, debates a los niveles más altos, más bien se ha retrocedido. Llevamos retrocediendo en un montón de aspectos durante 30 años. Y en cambio mucha gente lo ha vivido todo ese periodo como uno de progreso de avance. Pero, para mí, lo que da la calidad de una sociedad son los vínculos sociales y su relación con el planeta Tierra. En esos ámbitos esenciales hemos retrocedido.
Jorge Riechmann. Foto: © Editorial Proteus.
Jorge Riechmann. Foto: © Editorial Proteus.
Al principio del libro comentas el caso de Paca, una ecologista de Extremadura. ¿Por qué el movimiento ecologista no consigue lo que debería conseguir, puesto que la conciencia ecológica retrocede?
Intenté abordar esta cuestión en mi obra ‘En qué estamos fallando’ desde diversas disciplinas. Pero quisiera empezar con, por ejemplo, la asamblea que hemos tenido hoy [por el día en que se realizó la entrevista, el pasado lunes] en la universidad. Llevamos tiempo observando una sociedad universitaria sumamente apática y unos cuantos intentando moverla. Ha sido un poco deprimente. Alguien ha dicho “algo estaremos haciendo mal”. Podemos preguntarnos qué estamos haciendo mal. Claro que podemos mejorar nuestra forma de comunicar. Pero lo principal es que cada uno de nosotros somos agentes morales y políticos responsables. Cada uno tiene su responsabilidad. Aunque estemos más organizados, el 1% no puede hacer lo que el 99% no hace. Solo la autoactivación de la gente puede cambiar de verdad las cosas. Claro que el movimiento ecologista debe preguntarse cómo mejorar pero sin olvidar que hay situaciones que puedan ser sin salida. Luchamos por que no sea así. Hay que intentar no engañarnos sin dejar de combatir y mostrar toda la oposición. La visión es que la razón ha estado de parte del ecologismo, los análisis y propuestas presentadas desde los años 60 hasta ahora han sido correctos, se han lanzado los gritos de alarma que eran necesarios pero, sin embargo, hemos ido perdiendo. Estábamos más cerca de conseguir el tipo de cambio social que queremos a mediados de los años 70 que probablemente ahora. A mi perspectiva la llamo ecosocialista, me sitúo ahí. Una de las cosas en las que insistimos es que uno no puede escribir un libro de 500 páginas sobre lo que nos ocurre y cómo solucionarlo en líneas ambientales sin nombrar el capitalismo. Eso es esencial. En la raíz de los problemas de la crisis socioecológica y civilizatoria multidimensional en la que estamos está el funcionamiento ciego de un sistema cuyo motor es la acumulación de capital movida por la búsqueda del beneficio individual y sin tocar esos mecanismos de acumulación de capital no podremos solucionar esa crisis de civilización. Y es una tarea enorme, claro.
“En la raíz de la crisis socioecológica en la que estamos está el funcionamiento ciego de un sistema cuyo motor es la acumulación de capital movida por la búsqueda del beneficio individual. Sin tocar esos mecanismos no podremos solucionar esa crisis”
Realizaste tu tesis sobre el Partido Verde alemán. ¿Está España preparada para un partido político verde o debería todo partido asumir las cuestiones ambientales con la debida importancia?
No creo que la conciencia ecológica en nuestro país sea vigorosa, más bien lo contrario. Las dos opciones tienen sentido. Personalmente milito en un pequeño partido, Izquierda Anticapitalista, e intento fortalecer el trabajo ambiental. La vía de ecologizar tiene su importancia pero también la creación de un partido específicamente ecologista. Ahora bien, mi cautela tendría que ver con que los partidos verdes desde que se crearon en los 70 y en los 80, igual que las sociedades occidentales en general, han ido desplazándose a la derecha, lenta y constantemente. Toda nuestra sociedad está ahora más a la derecha que hace treinta años. Ahora el contexto verde internacional no es muy favorable para desarrollar posiciones verdes de izquierda en general. Y si sucede, como pasa con Equo aquí, que la referencia es tan fuerte a Los Verdes franceses… Pero creo que tiene sentido trabajar en un partido político, eso sí, siendo bien consciente del limitadísimo espacio de juego que dentro de este sistema político hay para partidos que de verdad quieran cambiar las cosas.
‘Interdependientes y ecodependientes. Ensayos desde la ética ecológica (y hacia ella)’, de Jorge Riechmann.
‘Interdependientes y ecodependientes. Ensayos desde la ética ecológica (y hacia ella)’, de Jorge Riechmann.
Has apuntado hacia qué ética ecológica deberíamos ir y no estamos yendo. ¿Cómo la describes?
Primero, cuestionar el antroprocentrismo moral excluyente que ha predominado durante tantos siglos en nuestra cultura. Los seres humanos no somos la única sede de valor, nuestros intereses no son los únicos intereses que cuentan dentro de la biosfera. Y cuando podemos empezar a pensar en los otros animales como hermanos nuestros pueden cambiar bastante las cosas. Una segunda cuestión muy importante es considerarnos en una perspectiva intergeneracional en la que nosotros no somos la última generación que va a vivir sobre este planeta, aunque nos comportamos como si fuera así. Casi todas las culturas se han pensado dentro de esa cadena de generaciones. Así lo hicieron diversos pueblos indígenas al pensar en qué efectos va a tener lo que yo hago en las próximas ocho generaciones, eso tendría que ser lo normal, algo impensable dentro del contexto cultural en el que estamos. Y hay que subrayar la interdependencia y la ecodependencia, pensarnos a nosotros mismos como los seres vulnerables y débiles que somos, ser conscientes de lo que necesitamos de los demás seres humanos y de ciertas condiciones naturales que estamos destruyendo para llevar una vida buena. Redimensionar esas tendencias megalómanas de nuestra cultura. De ahí la propuesta general de autocontención, autolimitación que he desarrollado en varios libros.
¿A quién no le interesa que caminemos hacia esa ética ecológica?
A mucha gente. Hay minorías poderosísimas que son beneficiarias del desorden existente. Y tampoco es un planteamiento brillante. Esas élites son muy miopes comparadas con las élites de hace medio siglo. Aspiran a seguir perpetuando las enormes ventajas, poder y privilegio del que disponen. Es la plutocracia dominante.
¿Qué te gustaría que produjera la lectura de tu libro en el lector?
Que la gente se replantee con cierta profundidad cómo estoy viviendo, quién soy, cómo me relaciono con la naturaleza y que produzca ciertas ganas de trabajar con otros y otras para transformar las cosas, lo que cual no es un pequeño deseo
 Autor Isabel Rivera de Nonada
Publicat per Àgora CT. Col·lectiu Cultural sense ànim de lucre per a promoure idees progressistes Pots deixar un comentari: Manifestant la teua opinió, sense censura, però cuida la forma en què tractes a les persones. Procura evitar el nom anònim perque no facilita el debat, ni la comunicació. Escriure el comentari vol dir aceptar les normes. Gràcies

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