Las sectas comerciales explotan la crisis

PACO PELLICER.- Con la crisis azotando la economía española y millones de ciudadanos buscando empleo en un yermo laboral surgen, como la mala hierba, empresas que buscan hacer negocio con la engañosa promesa de una oferta laboral. La desesperación es el caldo de cultivo para la proliferación de las sectas comerciales y de su deshonesta búsqueda de dinero fácil.
Dependencia psicológica, ocupación completa del tiempo, distanciamiento del entorno familiar y social, alienación del individuo en favor del grupo, seguimiento de un líder y adoctrinamiento. Cualquiera de estas pautas nos puede poner sobre la pista de una secta comercial, cuyo objetivo es el lucro mediante la venta y comercialización de productos que están al límite de la legalidad.

La alienación del individuo en favor del grupo, el seguimiento de un líder y el adoctrinamiento son algunas de las pautas que sigue una secta. Foto: Andy Houghton.

La Comunitat Valenciana es un “punto neurálgico” para este tipo de organizaciones, según alerta el presidente de la Asociación para la Prevención de la Manipulación Sectaria (RedUne), Juantxo Domínguez. “En poco tiempo consiguen que todas tus energías vayan a la actividad. No dejan tiempo a nada”, advierte.
Las sectas comerciales utilizan las redes sociales, los portales de trabajo e, incluso, el boca a boca, para contactar con futuros trabajadores. Dan la imagen de una empresa seria, con implantación internacional y con un modelo de negocio exitoso en el que es fácil integrarse y prosperar.
El primer paso, como en todo trabajo, es una entrevista en la que advierten de la dificultad de trabajar con ellos, creando cierta ansiedad y expectación, ya que no contestan inmediatamente. Tras un breve periodo de tiempo se ponen en contacto con la persona para comunicarle que va a entrar a formar parte de su “familia” y hacen hincapié en la suerte que esto supone para el engañado trabajador. A continuación, le emplazan para el día siguiente.
Juantxo Domínguez explica que la gente no suele durar más de seis meses en este tipo de empresas porque no hacen contratos, aunque instan a firmar cláusulas de confidencialidad. “Se firman cláusulas que no son legales, como por ejemplo no contar cosas del trabajo y te hacen creer que es para toda la vida llegando incluso a amenazar con denuncias si se incumpliera este requisito”, alerta este experto en sectas.

España, un “paraíso” para las sectas

Ilustración: RedUne.

El Código Penal marca que “son punibles las asociaciones ilícitas, teniendo tal consideración: las que, aun teniendo por objeto un fin lícito, empleen medios violentos o de alteración o control de la personalidad para su consecución”. Sin embargo, Domínguez asegura que en España estas empresas “van como Pedro por su casa” porque “la ley no se aplica” y “no hay control”, lo que supone un “paraíso” para ellas. Además, “cuando la gente denuncia, los casos decaen porque no hay jurisprudencia”. Ante este panorama, los afectados acaban recurriendo a las redes sociales o los blogs para contar sus casos.
Algunos testimonios de personas que han trabajado como distribuidores cuentan que el nivel de exigencia dentro de estas entidades va incrementándose por parte de todos los miembros del equipo, controlados y supervisados por el líder con asistencia innegociable a eventos, talleres y presentaciones públicas. Entre las experiencias más comunes que relatan quienes han pasado por las manos de estas empresas son la euforia colectiva, las muestras de compadreo estruendosas, con aplausos y reverencias a los líderes.
“Te entrenan para dejar de ser tú mismo porque las opiniones personales no cuentan; sólo tienes que limitarte a repetir”, señala Domínguez. Si no consigues los resultados propuestos, entonces “estás fallando”. Así juegan con la conciencia del trabajador. Las técnicas de manipulación son tan a cuenta gotas que ni los propios captados son capaces de darse cuenta de lo que están haciendo con ellos. Como mecanismo de alarma, valga pensar que el dinero rápido no existe. Que nadie da duros a cuatro pesetas.

 Autor: PACO PELLICER @pacopelli
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