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'Killing Eve': no importa lo que haga, no siento nada



Sandra Oh y Jodie Comer en un fotograma de 'Killing Eve'. Filmaffinity

La serie Killing Eve, dirigida por Phoebe Waller-Bridge y emitida por primera vez por BBC America en abril de 2018, está basada en los libros Codename Villanelle (2014-2016) escritos por Luke Jennings. Narra el encuentro de la agente del servicio de inteligencia británico Eve Polastri (interpretada por Sandra Oh) con la asesina a sueldo del grupo internacional The Twelve, Villanelle (interpretada por Jodi Comer).

Si bien pueden encontrarse muchos correlatos con otras series y libros sobre detectives, la pareja Eve/Villanelle reescribe ciertos tópicos dicotómicos como el de los antagonistas Sherlock Holmes/James Moriarty, reelaborándolos para reflexionar preocupaciones contemporáneas sobre género, sexualidad y moral, como la autodefensa femenina en un mundo posmetoo, la visibilidad queer, o la separación entre el bien y el mal, lo que permite explicar el éxito de este fenómeno televisivo.

Las primeras novelas de detectives

Los grandes clásicos de las novelas de detectives surgen a mediados del siglo XIX, con Edgar Allan Poe y su detective Auguste Dupin en 1841. La popularidad de este género no hace más que crecer a lo largo de la época victoriana.

Como explica Rosemary Jann, partiendo de que la imaginación literaria responde en gran medida a los miedos y preocupaciones de cada época, el auge de la ficción detectivesca a finales del siglo XIX trata de abordar los deseos de vigilancia en torno a ciertos pánicos morales, más que a las transgresiones de la propia ley.

Sherlock Holmes y el profesor Moriarty en las cataratas de Reichenbach Falls, en una ilustración de la historia The Final Problem. Sidney Paget / Wikimedia Commons

Un notable ejemplo es la pareja ficcional Sherlock Holmes y James Moriarty, que protagonizan la popular serie de libros escrita por Sir Arthur Conan Doyle, publicada entre 1887 y 1927. En estas novelas, Sherlock es presentado como un individuo altamente inteligente, calculador y racional, capaz de descifrar los secretos de sociedad para asegurar el orden social. Como ejemplo de la superioridad del racionalismo y el positivismo, las deducciones de Sherlock hacen que el caos sea evitable, solucionable y aparentemente lógico, si se tienen en cuenta los marcadores sociales que conducen al mal.

Además, como ha demostrado Joseph Kestner, Sherlock también fomentó un modelo de masculinidad hegemónica que se veía amenazada por peligros externos, como el declive del imperio británico, el crecimiento y masificación de las ciudades, la New Woman o las protestas de las clases trabajadoras. Sherlock es individualista y solitario; desconfía de las masas. Por lo tanto, se trata de un género que busca reproducir un tipo muy específico de masculinidad que promueve la vigilancia social al tiempo que advierte de su previsible desaparición.

No obstante, la época victoriana también vio el auge de una figura literaria más controvertida: la mujer detective. Si bien este personaje plantea un reto a la estricta división de las esferas pública y privada, la transgresión del rol doméstico de la mujer se ejerce como forma de reclamar justicia, de denunciar crímenes e incluso como medio para poder mantener a su familia. Así, a pesar de ser vistas como anomalías o incluso como imitadoras masculinas que optan por reflejar el comportamiento de los hombres, es importante destacar que se produce una renegociación de los roles de género, lo que acaba por fijar la diferencia de género como fuente de corrección moral.

Del mismo modo, el siglo XIX vio nacer a los asesinos en serie, tanto masculinos como femeninos, como respuesta a cambios en las normas y comportamientos socialmente aceptados. La asesina en serie, que se aleja completamente de las nociones normativas de la feminidad como crianza y cuidado, pone de relieve las ansiedades sobre los cambios en los roles femeninos a finales del siglo XIX. Sin embargo, el hecho de que se la presente como un monstruo también propicia la oportunidad de un uso catártico de esta figura como forma de neutralizarla y de reafirmar el orden social.

Asesinas en serie y otras transgresiones

Killing Eve no sólo desmonta la típica estructura narrativa del whodunnit –sabemos desde el principio que los asesinatos son cometidos por Villanelle–, sino que también vuelve irrelevante el motivo de los asesinatos. Villanelle no solo mata por dinero, para mantener el lujoso estilo de vida que lleva, sino que también disfruta matando. Ella tiene apetito por la vida: la vemos disfrutar de la comida, el sexo y las compras compulsivas de ropa y artículos de lujo. Es decir, se entrega a sus deseos de una manera que culturalmente es considerada transgresora en los cuerpos femeninos.

Sandra Oh y Jodie Comer en un fotograma de Killing Eve. Filmaffinity

Además, Villanelle enfrenta la mirada masculina y la vigilancia del control social precisamente ejerciendo una suerte de hiperfeminidad. Como explican Alyson Miller, Cassandra Atherton y Paul Hetherington, Villanelle es muy consciente de la mirada masculina, pero se resiste a ella, la altera, se burla de ella y la subvierte, desafiando los sistemas de vigilancia y cometiendo crímenes al confiar en su apariencia femenina y, por tanto, inofensiva.

En la representación de la feminidad, Villanelle se disfraza a menudo de camarera, enfermera u otro tipo de cuidadora para poder pasar desapercibida en los controles de seguridad, mientras que otras veces castra literalmente a los hombres que han intentado acosarla.

Por otro lado, el desarrollo del personaje se desplaza a la detective, Eve Polastri, mientras que en narrativas tradicionales de detectives, este personaje se mantiene estable, sólido. Eve, una mujer americana de ascendencia coreana que trabaja para el servicio de inteligencia nacional británico MI5, es despedida cuando se niega a dejar de investigar los asesinatos de Villanelle, y posteriormente es contratada por el MI6, centrado en asuntos de inteligencia en el extranjero.

Aunque aparentemente la vida de Eve es normal –está casada con un marido que se ocupa del hogar y tiene un trabajo que le gusta–, Eve se obsesiona con Villanelle, hasta el punto de empezar a actuar como ella. Esta transformación puede verse en una escena del quinto capítulo de la primera temporada, cuando Eve se prueba un vestido que Villanelle le ha regalado, así como un perfume llamado L'Eau de Villanelle, viéndose a sí misma convertida a la vez en Villanelle y en objeto de deseo de Villanelle.

Eve comienza a dirigir su propia investigación, en contra de las órdenes de sus superiores, llegando a poner en peligro a sus compañeros y a su marido. De hecho, los límites entre ambas mujeres desaparecen cuando Eve apuñala a Villanelle al final de la primera temporada, después de haber conseguido que confiara en ella y establecieran una cierta intimidad física y personal.

Sandra Oh como Eve en Killing Eve. Filmaffinity

Eve rompe así con la expectativa de la mujer detective que actúa como cuidadora de la sociedad a gran escala, y encarna la posibilidad de liberarse de las obligaciones socialmente impuestas en las mujeres. A lo largo de la serie, se hace patente que el interés de Eve en Villanelle nace precisamente de su propia fascinación con las múltiples posibilidades de vivir una vida como mujer fuera de la norma que las transgresiones de Villanelle ofrecen. En este sentido, el intercambio afectivo de Villanelle y Eve muestra la fascinación de la una por la otra, y la búsqueda de una vida diferente llevada a cabo a través del deseo. Precisamente, cuando en el sexto capítulo de la segunda temporada Eve le pregunta qué siente cuando mata, Villanelle responde que está aburrida de la vida y de sus limitaciones:

"La mayor parte del tiempo, la mayoría de los días, no siento nada. No siento nada. Es muy aburrido. Me despierto y pienso, otra vez, ¿en serio? ¿Tengo que volver a hacer esto? Y lo que realmente no entiendo es cómo es que todo el mundo no está gritando de aburrimiento también, y trato de encontrar maneras de hacerme sentir algo. Más, y más, y más, pero no causa ninguna diferencia. No importa lo que haga, no siento nada".

Villanelle articula un hastío que puede hacerse extensible al que siente Eve respecto a su vida, y con el que la audiencia puede sentirse identificada.

Conclusión

Tanto Eve como Villanelle resultan tan atractivas porque exploran un sinfín de posibilidades. ¿Qué conlleva salirse de los límites establecidos a una mujer en edad de casarse, formar una familia y cumplir con el rol que la sociedad le tiene reservado? ¿Cómo podemos imaginar otras formas de ser mujer? ¿Cómo salir del aburrimiento? ¿Es posible hacerlo?

En el último capítulo de la tercera temporada, vemos a Eve y Villanelle despedirse en Tower Bridge. Eve se resiste a imaginar un futuro posible con Villanelle pese a decir que ve su cara "una y otra vez". Finalmente, se separan para que Eve pueda intentar volver a su vida anterior. Villanelle cree que su propio monstruo anima al de Eve, a lo que esta responde: "Creo que yo quería que lo hiciera".

Aunque la serie nos permita imaginar posibilidades más allá de una vivencia normativa, predecible y legible de la feminidad, esta posibilidad sólo se mantiene brevemente en el tiempo, el suficiente como para poder pensar y cuestionar el orden actual.

The Conversation

Laura de la Parra Fernández no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.


Laura de la Parra Fernández, Profesora Ayudante Doctora, Universidad Complutense de Madrid * Pots llegir-ho per qué la font i Crònica som Creative Commons
Publicat per Àgora CT. Col·lectiu Cultural sense ànim de lucre per a promoure idees progressistes Pots deixar un comentari: Manifestant la teua opinió, sense censura, però cuida la forma en què tractes a les persones. Procura evitar el nom anònim perque no facilita el debat, ni la comunicació. Escriure el comentari vol dir aceptar les normes. Gràcies

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